Los motivos que pueden empujarnos hacia el estudio de una determinada materia son muy variados, partiendo de la simple curiosidad, hasta la búsqueda de estatus, aceptación o poder. La combinación de estos elementos y otros muchos es diferente en cada persona.
Si quieres mejorar tu motivación o la de tu hijo para afrontar un nuevo aprendizaje, comprender estas ideas te será de gran utilidad. Antes es recomendable leer “Qué es la motivación”.
¿Qué factores condicionan la motivación a la hora de afrontar un nuevo aprendizaje?
Gran cantidad de investigadores de prestigio en el ámbito educativo, (como Alonso Tapia, Covington, …) coinciden en señalar tres motivos que determinan el interés de los alumnos en el desempeño de sus tareas académicas:
- Significado: La utilidad de adquirir ese conocimiento, el sentido y el valor que tiene para ellos aprender lo que se explica; por qué es necesario, para qué vale,… Este dependerá de los propios intereses del alumno, y de las metas que persigue en su vida.
- Posibilidades de superarlo: Es determinante la capacidad con que se ven ellos mismos para superar las dificultades que el aprendizaje implica. Este aspecto depende fundamentalmente de la práctica y la destreza que el alumno considera que tiene al afrontar tareas académicas, la efectividad de su método de estudio, …
- Tiempo y esfuerzo: El sacrificio que consideran que tienen que realizar para aprenderlo. Aunque uno sea o se considere capaz de alcanzar una meta, el precio que hay que pagar en forma de trabajo y esfuerzo suele penalizar la motivación, o las ganas de ponerse a ello.
¿Qué aspectos concretos influyen en cada uno de estos puntos?
Aunque necesitan de un análisis más profundo en futuras entradas de este blog, trataremos de dar una idea global que sirva de introducción para una mejor comprensión.
- El significado que tiene para el alumno el aprendizaje es en gran parte un factor educacional. Es vital el valor que se le da al aprendizaje en su entorno. Los niños forman su visión del mundo observando el comportamiento de los que le rodean, estos se convierten en “modelos” para ellos. Que durante su desarrollo el alumno haya apreciado como estos modelos dedican tiempo a la lectura, muestran inquietudes, o desarrollan cualquier tipo de actividad cultural o artística, reforzará la perspectiva que él tiene del aprendizaje, y será capaz de encontrarle un mayor significado.
- La posibilidad de éxito que él mismo considera que tiene conecta en gran medida con la personalidad del alumno, su autoestima, su autoconcepto. Esta es una cuestión muy compleja, en la que los factores emocionales juegan un papel tan importante como los cognitivos, y merece una explicación detallada en futuras entradas de este blog. Dos conceptos clave a trabajar para mejorar este aspecto son:
- Confianza: No podemos ser los mejores en todos los campos, pero hemos de entender que todos aportamos ideas valiosas. Debemos confiar en nuestras habilidades, para poder compartirlas con los demás.
- No tener miedo al fracaso: No podemos depender del juicio externo a la hora de enfrentar una tarea, ya que atenazados por el pánico seguro que no conseguiremos buenos resultados. Debemos sentirnos libres de expresar nuestras opiniones o desarrollar nuestras habilidades. Un mal resultado no es un fracaso, es una oportunidad de aprender. En la escuela nos evalúan con pruebas generalistas que no son igual de válidas para todos los alumnos. Debemos perseguir una percepción propia de nuestro desarrollo, sin ser ni excesivamente críticos, ni conformistas.
- Confianza: No podemos ser los mejores en todos los campos, pero hemos de entender que todos aportamos ideas valiosas. Debemos confiar en nuestras habilidades, para poder compartirlas con los demás.
- El efecto desmotivador que provoca la sensación de enfrentarse a un reto demasiado grande, merece también un análisis más detallado. Influyen multitud de factores emocionales, y educacionales como la capacidad de sacrificio, la constancia…. Un buen truco para evitar desesperar por la grandiosidad de la tarea que enfrentamos, es descomponerla en tareas más pequeñas, que resulten menos intimidantes. A menudo lo que se nos presenta como un gran problema, no es más que la suma de muchos problemas sencillos. Por ello una descomposición acertada de esta tarea en subtareas, nos ayudará a centrarnos en resolver cada uno de estos poco a poco, evitando desesperarnos con el complejo problema inicial.



Entradas recientes
Comentarios recientes
- Sandra López en LOMCE: Ya sabemos cómo será la reválida de Bachillerato.
- Josue en Qué es la motivación y como afecta al estudio
- Maria Jose en Qué es la motivación y como afecta al estudio